5 nov 2007

Poco a poco se fue dando cuenta de que era todo lo que quería. No más. No menos. Era, exactamente, todo. No se complica, no pide más de lo necesario, pero tampoco se acomoda entre las sobras y el polvo. Dónde habías estado todo este tiempo, le pregunta. Esperándote, responde. Es que suena muy trillado, pensó, pero sabía que, algo en el fondo, le aseguraba que ese todo podría ser, de hecho, el absoluto.

Que estoy feliz, le dijo. Yo también, le responde. Y las palabras van transportándose con el eco de los suspiros de ambos. El suspiro las impulsa: llevan un compás. Yo no soy romántico, piensa, y se extraña por el súbito sentimiento que fluye. Da las gracias a las hormonas por el vértigo, y prosigue, Te quiero, Me too.

No le da vergüenza declararse, estúpidamente, enamorado. No sabe qué hacer. Sólo espera que un avión, el jueves por la mañana, no salga. O que quepa en el bolso de equipaje, junto con el recuerdo que le va a dar. No pensés en eso, le dijo, y no puede dejar de pensar, y va en círculos, una y otra vez. Se pregunta por qué. Pero no llora: los dientes y los labios lo defienden.

Sí, está feliz.

1 comentario:

the lines on my face dijo...

Leí tu blog, bueno, no todo, pero mucho, me gustaron varios de tus poemas, no sé cómo llegaste al mio, pero nos seguimos leyendo ;)
muchos saludos