22 jun 2012

De por qué me indigna el mal uso de la palabra "bipolar"

El 29 de diciembre de 2010 tenía planificado ir al cine con mi mamá, mi hermana, su novio y mi mejor amiga, María José. Cuando manejaba comencé a sentir palpitaciones, un hormigueo desagradable en el brazo izquierdo, dificultad para respirar y miedo a todo. Llamé a mi mamá y le cancelé mi asistencia, aunque pasé por María José, quien me acompañó durante un difícil trayecto desde Miraflores hasta la casa de mi tía. 

Al llegar, aseguré a todos que iba a morir, que estaba viendo cosas que no estaban y que sentía el fin de todo lo que existía a mi alrededor. Mi tía, muy preocupada, llamó a Alerta Médica y un doctor fue a visitarme. Estaba teniendo mi primer ataque de pánico oficial. Un ataque desagradable que en anteriores oportunidades se me había presentado en menor intensidad. Quizá 4 veces al año, desde que tengo 14 años, desperté en la noche con esa sensación de miedo y muerte inminente. 

Durante mi adolescencia aseguro haber sufrido al menos dos depresiones, y varios períodos muy activos en los que, incluso, llegué a hacer cosas muy imprudentes e incluso peligrosas. En mis depresiones me causé autolesiones y llegué a vomitar para bajar de peso. Mi mamá trabaja mucho desde siempre. Estoy orgulloso de ella. Sin embargo, yo creo que nunca notó estos comportamientos en mí. Tampoco mi papá, pero sí mi hermana y mi abuela, con quienes siempre hablé a pequeños rasgos de cómo me sentía.

Luego de mi primer ataque de pánico oficial, comencé a sentir que mi energía decaía, y que mis actitudes lastimaban a las personas que estaban cerca mío. A veces actuaba demasiado impulsivo, a veces despreocupado, a veces no actuaba. Algunos días dormía 12 horas, otros 4. 

Para mí era un comportamiento normal hasta que en mi primer viaje a Atitlán, en mayo de 2011, y después de haber pasado una noche de imprudencias, comencé a sentir que todos mis amigos querían matarme y que yo debía matarlos antes de que ellos lo hicieran. Tuve apoyo de mi amigo Challen, de Jorge Luis y de Ileana, pero nadie daba explicación sobre mi "mal trip". Yo tenía miedo, ansiedad, pánico y psicosis. Alucinaba auditivamente y sensorialmente, y me perseguían pensamientos que hoy considero, inclusive, peligrosos.

Regresé después de esas vacaciones y le pedí a mi mamá que me llevara al hospital. Yo estaba enloqueciendo y perdiendo el control completamente. Para mi querida madre y mi querida hermana fue muy difícil dejarme en un hospital psiquiátrico en el que estuve más de una semana con tratamiento antipsicótico. Salí del hospital sin haberme recuperado por completo y con pensamientos muy peligrosos, pero el medicamento que me recetó el doctor y director del hospital, lograba mantenerme más o menos estable.

Después de muchas citas y muchos medicamentos, entre ellos el carbonato de litio, el aripiprazol, el alprazolam, el clonazepam, la carbamazepina, la quetiapina y el ácido valproico, probamos suerte con la risperidona y el alprazolam de liberación prolongada. Me funcionó bien. 

En esos momentos yo era una persona muy funcional, trabajaba como director de una de las radios más importantes del país y desempeñaba mi trabajo sin ningún problema. Sin embargo, en febrero de este año, cuando iba a cita con mi psiquiatra, tuve muchas alucinaciones y despersonalización en el carro (la despersonalización se caracteriza por ver tu vida como una película, detrás de una patina amarillo-verdosa, y te ves tú mismo desde otro punto que no es el campo visual normal). Me internaron nuevamente en el hospital y fue muy duro para mi mamá, quien incluso llegó a pelearse con mi psiquiatra y doctor porque no veía mejoría en mí. Estuve internado 4 días.

Mi mamá decidió cambiarme de psiquiatra, pues no veía avance con la psicoterapia y quería probar suerte con la logoterapia y terapia cognitiva-conductual. El nuevo psiquiatra me recetó, además de mi dosis de risperidona y alprazolam, lamotrigina. Esto con el fin de evitar mis depresiones (que después de varios meses habían regresado y habían causado que el comportamiento de la autolesión regresara). Mejoré, pero como había engordado 30 libras desde que comencé a tomar medicamentos, le solicité al nuevo médico alguno que no retuviera líquidos o aumentara el apetito. Probamos con la paliperidona: me fue muy mal. Probamos con el ariprazol: me fue fatal. Tuve que retomar mi dosis normal.

Retomé mis citas con mi psiquiatra habitual, pues le tengo confianza y mucho cariño. Fue allí donde le pregunté, "Juan Francisco, ¿qué tengo?", y me respondió: "Tú tienes un trastorno bipolar". Me dio tristeza y preocupación, por lo que cité con el otro psiquiatra y le pregunté lo mismo. Me respondió: "Vos tenés trastorno bipolar tipo II, y trastorno límite de la personalidad. Eso responden tus exámenes y tu seguimiento médico". 

Mi comportamiento ha sido errático desde que tengo memoria. A veces soy músico y compongo, a veces soy escritor y escribo, a veces soy pianista e interpeto, a veces soy actor, a veces locutor, a veces editor, a veces triunfador y a veces sufro porque no quiero nada. Pero tengo que estar todos los días bien y es esta fuerza de voluntad y mi fe la que me mantienen parado. 

A todo esto, mi círculo se ha preocupado mucho por mí. Mi mamá, mi hermana, mis tíos y demás familia ha sufrido por esto, e incluso estoy seguro que no han llegado a comprenderme y a manejar esta difícil situación. Afortunadamente, soy socialmente funcional, tengo buenas relaciones interpersonales y los medicamentos me ayudan a estabilizarme. Tomo 150 mg de lamotrigina por la mañana, 1.5 mg de risperidona y 1 mg de alprazolam por la noche. Esto me implica un gasto de entre Q. 450 y Q. 700 mensuales. Además de las consultas con mis psiquiatras, que, como sabrán, no son de lo más económicas. 

Con esto no pido que me trate nadie diferente. Soy una persona normal. Simplemente quería compartir mi testimonio, el cual contaré más detalladamente en un libro que publicaré en algunos años, cuando me sienta listo para desnudar todo lo que no he dicho. 

Soy bipolar. Tengo trastorno bipolar tipo II. No cambio de ánimos ni soy inestable por malhumorado, o caprichoso. No proyecto con mi humor mis problemas personales. Tengo depresión y tengo hipomanía por algún desequilibro en los canales de sodio de mi cerebro del cual yo no soy culpable. Sufro. Sufren mis seres queridos. Y me indigna que esté de moda esa palabra para un padecimiento tan serio. Tómense de forma personal mis disgustos, mis unfollows, mis quejas y mis reclamos, porque para mí no es una broma vivir con esto. ¡Y eso que me diagnosticaron a tiempo, pues sé de casos muchísimo más serios! Me solidarizo con todo aquel que tenga esta condición diferente y sus familias, y pido de forma personal que no se utilice este término para burlas, descalificaciones o simples gansadas.

Luis Pedro Villagrán Ruiz

20 jun 2012

la casa de los milagros

Todos vivimos aquí, en la casa de los milagros. Acá nos dan medias lunas (o varias lunas) de felicidad y de paz. Acá dejamos el miedo en los desagües y luego, después de unos días, unas semanas, o unos meses, salimos a las calles. como Pinky y Cerebro, tratamos de conquistar el mundo.

Una entrevista...

... de parte de mi amiga Mafer Gutiérrez.

1. Los que te escuchan todos los días podrían tener la impresión de conocerte, pero el Luis Pedro de la radio, ¿es el mismo con sus amigos y su familia? R// No. A pesar de que en mi trabajo intento ser lo más coherente conmigo mismo y lo más transparente, el medio exige una extroversión y personalidad más remarcada. En mi círculo, incluso, soy tímido.

2. Además de ser locutor, escribís ¿Cómo empezó ese rollo de escribir? R// Así como se empieza a respirar: una nalgada, acción, reacción.

3. Tenés dos libros publicados, el primero es "El niño que buscaba venganza" ¿Por qué el título? R// Porque en un momento el libro significó, para mí, una autovenganza. Como una autoaseveración de un error, el reconocimiento del mismo, su publicación y redención.

4. ¿Seguís siendo ese niño que buscaba que buscaba venganza? R// Ya ni siquiera me siento como un niño.

5. Contame un poquito de "Definiciones muertas" ¿Cómo surge la idea de volver a publicar? R// Muchos nos hacemos definiciones y conceptos errados de algo. Este libro no nació en un momento, sino en varios momentos, en diferentes etapas en las que los conceptos de amor, fidelidad, sexo, placer, locura, verdad, familia, amistad y sociedad (entre otros) quisieron manifestarse. La idea de publicar surge como apología, nuevamente.

6. ¿Por qué definiciones muertas? R// Porque las asesiné. Mis percepciones erradas de conceptos básicos ya no son las mismas. Desde mi Yo (con mayúscula) y desde mi yo (con minúscula) han madurado.

7. Tu poesía es dura, cruda y escribís sobre sexualidad ¿Es la poesía la forma en la que expresas lo que a veces no decís? R// Lo que pasa es que no escribo planeado. Ana María Rodas alguna vez me dijo que la poesía lo revuelca a uno, sin que uno piense o sienta: es así.

8. ¿Te ha pasado alguna vez que quien inspira tus poemas los lee? ¿Qué comentarios te han hecho al respecto? R// Que soy un hijo de la gran puta. Jajajaja.

9. Además de como locutor y poeta, ¿cómo te podés definir vos mismo? R// Un lienzo con algunos trazos que van comenzando a crear la forma que quiero en mí.

10. Imagino que además de escribir, lees ¿Qué escritores y poetas han influido en tu estilo y por qué? R// Ana María Rodas y Carmen Matute, por transgresoras. Maurice Echeverría, por innovador. Mario Benedetti, por honesto. Alfonsina Storni, por su dulzura. José Saramago, por el ingenio. Y Reinaldo Arenas, por ser simplemente brillante.

procesión

a veces llevamos con orgullo historias
que nomás son navajas nuevas
                                    con filo nuevo
                      para mi pierna derecha
que no cabe ya en un pantalón talla 32
y que ya no permite
ni siquiera
esa pequeña brisa de alegría
que representa
llevar a cuestas un muñeco de madera

vida


todos sobrevivimos
          a los golpes
          a los gritos
          a las caídas repentinas
y nos hacemos lágrimas
yo mismo me he convertido
por sorpresa
en el rocío que baña
el océano de todo lo que es bueno

Marihuana y música

creo que buscaba algo
o a alguien a quien culpar
por esas ganas terribles
que sentía de destruirme
                         y vos eras genial:
                                 marihuana y música
te pido disculpas
no era muy fanático de la justicia
o de la verdad
yo sólo quería llenarme
de polvo y de humo
te pido perdón por destruirte
para que cupieras por los hoyos de mi nariz