30 oct 2007

Brasas

Yo te desnudé.

Vos no me conocés,
pero te quité la ropa,
lentamente,
suave.
Y estuve adentro de vos.

No me viste verte,
ni me vieron viéndote.
Ni van a ver los lunares
que yo te dibujé
cuando te imaginé sin ropa.

Yo te desnudé.

Y te hice el amor en mi cabeza.
Lentamente. Suave.
Y después muy fuerte.
Saciándome de tí.
Rebalsándome de mí.
Desdomándome.

Me arden los labios: son brasas.
Todo mi cuerpo se convirtió en llama,
que te llama y te invita, muda,
pero tiembla,
tiembla,
tiembla...


¡Y explota!

28 oct 2007

Fotografía de la memoria.

Quiero recordarme de vos.
Tristemente, ya he borrado tu cara
de mi cabeza,
y el signo de interrogación me pregunta
si alguna vez exististe en realidad.

Sé de vos,
por la sensación de frío que dejaste en mi mano.
De frío y de hielo.
Recuerdo cómo se siente.
Pero no recuerdo tu rostro.

Tus fotos las he tirado a la basura.
Rotas, porque así te encontré:
en pedazos. En trozos.
Te he restaurado con recortes,
pero no sos vos.
Es sólo el frío en mi mano.
Las cadenas. El miedo.

Olvidé tu imagen,
quizá porque siempre cerraba los ojos,
como si no quisiera verte nunca.
Como si no quisiera haberte visto.
Como si cada poro de mi cuerpo desnudo
pudiese capturar tus líneas, para no perderlas nunca.
No pudo el poro.
Ni el labio.
Ni siquiera mi ojo travieso, al cual le tuviste miedo,
como si pudiera tu imagen quedar atrapada,
en una jaula,
en mi cabeza.

Me he olvidado de tu rostro,
que está cautivo, en mi mano.
Cuando la abro la veo menuda,
triste, rosada, y no te encuentro.
Ni te quiero.
Ni te espero.
Pero quiero recordar tu cara para que,
si en algún momento te cruzás de nuevo,
pueda buscar donde esconderme.

23 oct 2007

Ínterin

Hablame…
¿Qué ha sido de vos todo este tiempo?
¿Adónde fuiste?
¿Te has recordado de mí?
¡No sabés cuánta alegría
me da verte, de nuevo,
en mi cama!

Hoy siento que sirvo.

Pero, contame,
¿Por qué estás tan triste?
Decime, quién rompió tu corazón.
¿Qué te ha pasado?

Me gusta arrullarte en mis brazos.

Dejame que te cante una canción.
Una para que durmás aquí en mi pecho.

Pero narrame tus historias increíbles.
Contestame, ¿me extrañaste?
¿Te da alegría verme?
¿Por qué volviste?
Yo no te he olvidado ni una noche…

Desnudate,
quitate la ropa

(hoy siento que sirvo)

y así, transparente,
dejame acunarte, sí,
aquí en mi pecho.

¿A qué pueblos fuiste?
¿Tuviste amores?
¿Cuántos de ellos te amaron de verdad?
¿Por qué has vuelto?
¿A cuántos besaste?
¿Muchos?
¡No lo dudo!

¡Ay! Te envenenaron y venís muriendo…

Sí, dejame que te arrulle aquí en mis brazos,
junto a mi pecho.
¿Escuchás mi corazón?
Late rápido, muy rápido…
¡Cuánto te había extrañado!
Ahora me desnudo…

(hoy siento que sirvo).

Te acaricio el rostro.
Mis dedos se enredaron
entre tus rizos…
Me has atrapado de nuevo.

Nos hundimos juntos,
juntitos en mi cama.
¿Me extrañaste?

(hoy siento que sirvo)

¿Por qué has vuelto, fantasma?
Amor, contestame…

¿Por qué estás llorando?