22 mar 2010

there, there...

podríamos seguirnos mintiendo
engañándonos
y compadeciéndonos
teniéndonos lástima
llorando

yo nunca le fui infiel, dice él
yo, que soy tan buena, dice ella
pero si pude darle todo, dice él
no entiendo por qué lo hizo, dice ella
pero yo la amaba, dice él
yo lo hacía feliz, dice ella
y así
todas y todos
dándonos lástima

sería mejor dejar de martirizarnos
y aceptar las veces que nos masturbamos
pensando en otras personas
y aceptar cómo se nos fueron los ojos por aquellas
y aceptar que alguna vez mentimos
y que somos malos, crueles en el fondo
que no somos jesucristo
ni la madre teresa
que en algún momento les odiamos en silencio
que estamos llenos de rabia y de coraje por el ego dañado
que somos lo mismo sin su compañía
que alguna vez, cuando nos separamos, dejamos que
nos lamieran los pies y las orejas
sería mejor dejar de compadecernos
entre más malos nos vemos, duele menos.
entre más malos nos vemos, duele menos.
entre más malos nos vemos, duele menos.
entre más malos nos vemos, duele menos.
(there, there, cruel me; there, there..)

un fuerte abrazo

"un abrazo donde quiera que esté"
eso dijiste
un pinche abrazo
que no significa más que rellenar tu ego
que te envié un mensaje recordándote que no se dice
años sesentas
sino
años sesenta
"un abrazo donde quiera que esté"
dónde estoy, es la pregunta
donde no te importa
donde entre más lejos, mejor

pronto te vas
pronto te vas
y vas a saber menos adónde enviarme el pinche
insignificante abrazo
"un abrazo donde quiera que esté"
si ni yo mismo sé dónde estoy
ni sé si quiero tu abrazo
ni tu lástima

mientras vos creés que escribí porque te extrañaba
yo sé que te escribí para morderte las ingles desde lejos
desde donde quiera que estoy
lamiéndote la entrepierna
y ese rincón (ese rincón, dije)

pronto te vas
a abrazarme desde más lejos
pronto te vas
a comerme la espalda desde más lejos
pronto te vas
a besarme el sexo desde más lejos
pronto te vas
a chuparme el cuello desde más lejos
pronto te vas
a recordarme desde más lejos
pronto te vas
a desnudarme desde más lejos
pronto te vas
a lastimarme desde más lejos
pronto te vas
a darme orgasmos desde más lejos
pronto te vas
a resentirme desde más lejos
pronto te vas
a torturarme desde más lejos
pronto te vas
a donde no vas a tener miedo
ni historia
a crear un nuevo personaje
merecedor del Oscar

yo me construyo y me derribo
con la misma esencia
con la misma alma
vos ya te perdiste
no sentís nada
dentro de vos
además de humedad
hay basura.

21 mar 2010

Feliz

Todo ese disfraz se cae hecho polvo cuando estoy solo en estas cuatro paredes. Es un disfraz de humo de camioneta. Un disfraz que nadie compra. Y yo lo tengo y lo uso afuera. Puedo seguir sonriendo y recomendando libros como loco. Nadie debe saber qué hay debajo de mi ropa. Nadie debe saber que en las noches abrazo mi almohada y te huelo allí. Y que tengo miedo de todo. Yo, como todos, tengo ese disfraz de humo negro.

Otra noche en la que doy un trago más a este veneno tan dulce.
Un trago más. Nadie pide nada. Nadie dice nada.
Y yo bebo.
Sigo bebiendo mi veneno.
Dulce, mi veneno.
Un trago más.
Y quedo inconsciente.

Mañana que despierte, el traje me esperará, colgado, en la perilla de la puerta.

La diáspora de M

vos te vas ahora
a conquistar otros países
otros cuerpos
otras mentes
huís de todos
y de mí
huís
no es que querrás irte
yo me comí tus piernas
y conozco esos rincones populares

y sé que te vas
huyendo
porque todos nosotros
la lista de niños ultrajados
estaríamos dispuestos
a partirte en pedazos

9 mar 2010

la caja

Si yo hubiera podido guardarte a vos en ese instante, cuando olvidabas sus pestañas y te concentrabas en mis manos, y en mi boca, estaría totalmente perdido. Te hubiera escondido en un cofre, pequeño el cofre, sólo para mí. Te hubiera hecho polvo y te hubiera inhalado una y otra vez hasta quedar (más) imbécil. Te hubiera usado para consentirme, y alimentar mi ego. Analizando el mejor uso, te tendría de juguete sexual, que para eso funcionabas de maravilla. Y te hubiera guardado en un cofre pequeño, para enloquecerme mientras te escuchase implorando piedad. Te hubiera torturado. Te hubiera lamido el cuerpo completo y te hubiera penetrado fuerte, fuerte con el alma para llenar mis vacíos. Me hubiera seguido equivocando con vos y hubiera sentido placer masoquista y egocéntrico al hacerlo. Si yo hubiera podido guardarte a vos en ese preciso (maldito) instante en el que no descubrí que mentías vos, y que mentía yo, definitivamente estaría completamente loco. Y me hubiera tatuado una M en pecho. Me hubiera seguido cortando las piernas, y mordiendo la boca hasta hacerla sangrar. Es que era todo. No eran sólo esos momentos en los que las pestañas de Javier desparecían, y lo asesinábamos acompasando nuestros cuerpos con furia, de la forma más animalesca posible. Y con vos en la caja, en el cofre, digo, te hubiera abierto sólo cuando yo necesitase un beso. Y te hubiera obligado a besarme como a mí se me rocara la gana. Te hubiera condenado a ser felizmente infeliz conmigo encadenándote a mi antojo, con el juego, con la locura. Y te hubiera obligado a mentirme y traicionarme para tener cosas qué escribir. Si yo hubiera podido guardarte en el miserable, cobarde y brevísimo instante en que te obligué a decirme Yo también te quiero, estaría más perdido ahora, y con el cerebro podrido. Creería que te inventé, y no que pasaste por mi cuerpo sólo buscando abandonarte para sentirte enorme. Porque sabías que podías y que no iba a negarme. Porque sabías que te dí todo el derecho de postrarte en mi cama y dejarme jugar con tu sexo, como cuando un niño juega con soldaditos, o tanques. Jugando a hacer una guerra en tu cuerpo. Creyendo que con la guerra se resuelven las cosas, y creyendo que al mostrar la bandera blanca el enemigo se vuelve amigo. Olvidando que de igual forma lo que quiere es la conquista y el poder. Si te hubiera marcado más veces mis labios en tu espalda, o en tu cuello, y te hubiera guardado en el maldito cofre, tendría seguro que nadie más podría leer lo que quise escribir con ellos, y cómo quería que sólo vos lo supieras - ahora que sé que compartiste mis secretos, me otorgo el derecho de contarlos yo mismo a quien a mí me plazca. Ahora no escribo con los labios : escribo con los dedos. Recordalo. Recordá que si yo, en ese momento, te hubiera guardado en ese cofre que había preparado para hospedar mis fantasías ingenuas y estúpidas, valdría menos que ahora. Estaría más loco, y más perdido. Tendría más miedos y menos esperanzas. Y habría olvidado que los mejores versos no se escriben gracias a las quimeras o a las musas: se escriben por fuerza y por valentía. Esta rabia maldita es la que guardo ahora en el cofre, y lo tiro al mar, con fuerza.

Ya he comenzado a recolectar trozos míos que quedaron tirados para construir una caja nueva.