29 ene 2010

¡Piedad!

sos el poema
yo el poeta
te voy hilando
te voy versando
te rimo
te siento
te describo
en formas que vos creés inexistentes
inclementes - imposibles

tengo que sacarte por los d-e-d-o-s
tengo que sacarte por los --->dedos<---
tengo que sacarte por los (d)(e)(d)(o)(s)

por los dedos
mis dedos

...y duele.

26 ene 2010

esperándote

yo
esperándote
leyendo
y esperándote
comiendo
y esperándote
escribiendo
y esperándote
sonriendo
y esperándote
hablando
y esperándote
acariciando
y esperándote
besando
y esperándote
llorando
y esperándote
respirando
y esperándote
gritando
y esperándote
enumerando
sí, para perder el tiempo
y esperándote

24 ene 2010

De espaldas

corriendo
veo tu espalda
el sol alumbrando tu espalda
el sol iluminando tu espalda
el sol dorando tu espalda
tu espalda dorándose al sol
corriendo
por el triunfo

así vas
sin verme de reojo
corriendo del peligro
con el sol alumbrando tu espalda
el sol iluminando tu espalda
el sol dorando tu espalda

y el niño (Yo)rando a tu espalda.

21 ene 2010

lloro

lloro
desconsoladamente
sin ningún motivo
lloro

me siento libre.

magia

para B.
con todo mi cariño.
esperando una sonrisa.


Magia


Vos
con todo lo que sos
tu magia femenina
pintando tantos universos
dando vida, niña
y muriendo por dentro.

A quién no le ha dado miedo
ver a Dios a los ojos
y tocarle el rostro.

Con todo ese pelaje salvaje
implorando por ser rescatado,
¿cómo no ina a salir corriendo, mi niña?
¿Cómo no iba a morirse de miedo?

18 ene 2010

el perdón

podría haberte querido tanto
de aquí a la luna
con todas las fuerzas
y los ánimos
con toda la voluntad

y me hubiera arrancado todo el cabello
de la cabeza
hubiera tejido con el almohadas
para que durmieras
-para que durmieras-
-para que durmieras-
(para que durmieras)

tristemente
tu puerta tenía un letrero burlón que decía
con tu letra parca
con tu letra dormida
con tu letra perdida
"Please, do not disturb"

No. No era mi culpa.

6 ene 2010

Diálogo V

Soltame la mano, gruñiste en secreto. En secreto. Lo suficientemente-en-secreto para que sólo yo y unos cuantos grillos pudiésemos escucharte. Tajaste un pedazo de mi pecho, y te lo comiste crudo. Por qué querés que te suelte, te pregunto. Que están aquí mis amigos, que no entendés, señalás. Que a veces parece que tenés seis años y querés siempre ir tomado de la mano, como si no pudieras caminar solo. Que camino muy bien solo, pienso, pero tengo que guiarte de alguna manera. Que no te tomo de la mano porque yo quiera, sino porque siento que podés caerte y destrozarte en cuestión de segundos. Si te he visto desmoronarte en mi pecho, en mis brazos, ¿por qué no puedo tomarte la putísima mano? Pero sólo lo pienso. Sólamente lo pienso. Y con pensar no gano nada con vos. Te suelto, pues. Y me libero. Y entonces busco un trago. Voy a la barra, con tus amigos. Más bien, corrijo: Voy a la barra, con quienes pensás que son tus amigos y me pasan tu cuenta. Claro, no tu cuenta de consumo, sino de niños ultrajados. Pido una cerveza. Me retracto: pido vino. Estoy celebrando. A veces me pregunto qué tanto celebro con tanto vino. Que me caería mejor un aguardiente, para que se parezca a vos, y te recuerde. Y te recuerde a vos, con el ardor y el dolor en el estómago cuando, lentamente, caés como gaviota en el agua.

Yo soy tu pez.
Corrijo: yo era tu pez.

Y tantas correcciones intentando describir que no quisiste tomarme de la mano sólo sirven para adornar. Son sólo letras que bailan, se decodifican y existen porque las lee alguien. Me pasan una copa. Vino tinto, me dice el mesero. De pronto comienza la lista de nombres y edades. Para ignorar el picoteo taciturno en el pecho, me distraigo viendo para ninguna parte. Quizá viendo a todos lados. Viendo nada, seguramente. Volteo y seis pares de ojos hambrientos me devoran de inmediato mientras camino hacia donde vos estás. En medio del círculo de atentas damas y atentos caballeros, te veo feliz. Y estás hablando. Con esas muecas que dan miedo por el miedo que te da hacerlas. Como si no confiaras, siquiera, en tus manos y cómo bailan cuando querés que acompañen tus palabras, ya incoherentes, ya incisivas. No. Realmente no valés tanto la pena. Pero yo estoy celebrando. Celebrándote.

Bravo, gaviota.
Tenés el pescado en el pico.

Siempre

que no me entendiste
porque no querías
comprender(me).

suficiente era
ya
tu lucha ridícula
-con tu ego-

yo era un canapé

un canapé:
"Galletas
con
trozos
de
pez
globo".

SIEMPRE
el maldito reto

decidirte por el reto
siempre era más fácil
que lo fácil.

yo escribo -sigo escribiendo
sobre vos
porque si no
ya hubieras muerto.

frío

cuánta
falta me hace tu
boca
-o una boca
cualquiera-

un antojo.

un par de labios
húmedos
vivaces
calientes
para el frío
para el frío.

es que dicen que es
bueno
para el frío
un par de labios
una boca
cualquiera

y me hace falta
la tuya.

4 ene 2010

Diálogo IV

a: Me preocupa algo...
b: ¿Qué te preocupa?
a: Esto. Verte jugando con mi ombligo. Haberme bañado en tu sudor.
b: ¿Y por qué te preocupa?
a: Porque odio cargarte encima todo el tiempo. Suficiente tengo con cargarte en la mente todo el maldito día.
b: Ay, te ponés en estado romántico...
a: Sí. Gracias por tu sarcasmo. Siempre me va bien para después del sexo. Me hace sentir tan poco equivocado...
b: Tu sarcasmo es más incisivo que el mío...
a: ¡No me digás!

*Con un beso hace que cierre la boca. No le dio tiempo de defenderse*

a: ¡Soltame!
b: Sos un ishto.
a: Eso fue lo que te gustó de mí. Deal with it.
b: Eso, y ésto...

*Aprovecha para tocar todo lo que se le ronca su pervertida y adulta gana*

a: Sabés que eso no me excita ni un poco.
b: Claro que sí.
a: Te equivocás. Me excita más hablarte. Saber que sos más vulnerable que yo.
b: Estás más desubicado que ladilla en el cuello.
a: Seguramente lo estoy. Me gusta creer que tengo algún poder sobre vos. Pero yo ya te di a vos todo el poder.
b: Quitate el bóxer. No entiendo por qué te lo quitaste...

*Slave whore, me lo quito de nuevo*

a: ¿Querés que te cante una canción?
b: Dedicame una...
a: La Planta...
b: Imbécil.
a: Gracias. ¿Sabés algo? Me encanta que te riás de mi seriedad.
b: ¿O sea que sí me dedicás esa canción?
a: Definitivamente.
b: Vestite. Te voy a ir a dejar.
a: No te preocupés. Te mentí. Sí traje carro. ¿De verdad creíste que había venido en taxi a las once de la noche?
b: Te creo todo lo que me decís.
a: Igual yo. Creo todo lo que me decís. Y ese es el problema.
b: Andate.

Diálogo III

a: ¿Te gustó la comida?
b: No. Me gustás vos.
a: No jodás. ¿Siempre sos tan fácil?
b: No tanto como vos. Tres días bastaron, ¿o me equivoco?
a: No. No te equivocás. Y, de cualquier forma, tenés toda la razón. La diferencia está en que yo siempre te dije que era fácil. Vos no.
b: ¿Me estás diciendo fácil?
a: No. Estoy diciendo que mentiste. Dijiste que era más fácil leer la Biblia que acostarse con vos. Yo no he leído la Biblia, y en tres días he acabado, al menos, quince veces en diferentes lugares y posiciones con vos.
b: Ah... eso era una broma. Un timo.
a: ¿Timo? Timo es cuando yo juego con el sirope de chocolate en mis labios. Lo tuyo es puro cinismo. ¿Ya leíste vos la Biblia?
b: No.
a: Entonces, ¿cómo sabés que es más fácil leerla que conseguir que yo me acueste con vos?
b: Knock out.
a: Por completo. Y ni siquiera lográs quejarte. Creo que hasta me excita tu cinismo.
b: A mí me excita tu facilidad para destruir cualquier cosa apelando al sentido común.
a: Mi abuelo decía que el sentido común es el menos común de todos los sentidos.
b: ¿Está orgulloso de vos?
a: No. Está muerto.
b: Lo siento.
a: Yo no. Murió antes de que yo naciera. Mucho antes.
b: Entonces, ¿cómo sabés que decía eso?
a: Mi mamá es su seguidora. Lastimosamente, no hace eco a sus prédicas.
b: Así veo. ¿Qué inventaste hoy para salir conmigo?
a: Estupideces: una reunión de trabajo, y una cena posterior.
b: Sabia elección. ¿No te sentís culpable?
a: No. Me siento más culpable por besarte, que por no contar que te beso.
b: ¿Porque estoy con alguien?
a: No. Porque sé que estás con alguien, y aún así lo hago.
b: Cualquiera diría que sos levemente...
a: Imbécil.
b: No... se me fue la palabra. Sabés que odio que me interrumpás intentando completar mis frases. Nunca das con lo que quiero decir.
a: Tenés razón. Nunca doy con lo que querés decir. Debo dejar de esforzarme.
b: No. No entendés que no tenés que esforzarte. Dejá de intentar impresionarme. Me gustás en silencio.
a: Porque en silencio no soy nada. Y vos querés un juguete.
b: No, porque en silencio no me das miedo.
a: Amén.

Diálogo II

Hace unos días estaba recordando cómo pasábamos el tiempo tomando café y comiendo donas. Una vez invitaba yo. La siguiente, vos. Y así era siempre. Me besabas el cuello para despedirte. Me llamabas para darme las buenas noches, y yo, pura sonrisa. Era un juego. Los dos sabíamos que era un juego. Los dos sabíamos cómo jugarlo. Y nos gustaba. Nos gustaba jugar con nuestras piernas debajo de la mesa, en público, lo sé. Y lo sé porque recuerdo tu sonrisa de lado - esa mueca. Ahora agradezco que no hayamos pasado de las mesas y del café. Hubiera acabado con el recuerdo. Con la fantasía.

Diálogo I

a: ¿Es por eso que ya no querés estar conmigo?
b: ¿Por qué?
a: ¿Por eso?
b: ¿Qué es eso?
a: Él.
b: Ah...
a: Es por eso, ¿verdad?
b: Sí...
a: ¿Por qué?
b: ¿Por qué, qué?
a: ¿Por qué es mejor?
b: Porque es carne fresca.
a: Yo era carne fresca, ¿no?
b: ¿Ah?
a: Yo era carne fresca. Antes que él, ¿no?
b: Sí...
a: Y él va a ser carne vieja. Carne comida, eventualmente.
b: No sé. No sé.
a: Yo sí lo sé.

* * *

b: ¿Querés hablar?
a: ¿Qué? Perdón, no te estaba poniendo atención.
b: Que si querés hablar...
a: Sí. Sí quiero. Simplemente, no sé de qué hablar ahora.
b: De todo, como antes.
a: Como antes, cuando lo que te interesaba era la carne fresca. Mi carne fresca, ¿así?
b: No. No quiero que pensés eso...
a: Entonces decime vos qué pensar. Decime vos sobre qué hablar. Así dejo de perder mi tiempo conmigo y con vos. Con este plato vacío.
b: No está vacío...
a: No te entiendo.
b: Antes me entendías...
a: ¡Porque quería entenderte! Ahora ya no me importa. Querías carne fresca.
b: Te quería a vos.
a: No. Querías la idea que era yo para vos. La idea de peligro, de desafío. La idea de que yo, por tener 12 años menos que vos, era manipulable. Y ahora te das cuenta de que no es así.
b: No es eso...
a: Claro que eso es. Y ahora te da miedo que no seás vos quien lleva las riendas de esto. Y por eso buscaste "eso". Porque "eso", definitivamente, es menos que yo.
b: A veces me da miedo que me leás de esa manera...
a: ¿Por qué?
b: ¿Cómo que por qué?
a: Porque sos predecible. Poco fascinante.
b: Si ya sabés la respuesta. Si ya sabés que me duele la respuesta. ¿Por qué la das? ¿Por qué decís todo eso? Eso sólo hace que yo quiera correr más rápido lejos de vos.
a: Eso es lo que quiero. No quiero ser yo ahora el que huye. Quiero que vos huyás de mí.
b: ¿Por qué?
a: Porque toda mi vida se ha basado en huir. Porque siento que yo no merezco algo. Porque siento que no soy suficiente para algo, para alguien. Y es entonces cuando la gente mediocre se queda con lo que es mío. Y quiero eso para vos. Tenés 33 años. Casi 34. Quiero que veás que no soy mediocre, y que no tengo miedo de que te vayás. No me da miedo perderte. A vos te da miedo la soledad. A mí no. Yo puedo conmigo.
b: En este momento sería capaz de golpearte muy fuerte...
a: Podés hacerlo también. Es lo que menos miedo me da. Y es lo más predecible. Pero, seguramente, ahora que sabés que te leo, y ahora que no querés sorprenderme, lo vas a dejar de hacer. Y eso me da la pauta para pedirte que, por favor, te vayás.
b: ¿Adónde?
a: Con eso que vos querés, y que no necesitás. Que yo ahora me quedo con lo que quiero y con lo que necesito. Vos ni siquiera sabés qué buscás. Al menos yo, ahora, sé que no te quiero a vos.
b: Sos una mierda.
a: Sí. ¿Adiviná de quién aprendí?