10 dic 2007

Historias de la Gran Manzana II

Te regalo el recuerdo
de mi poesía rota
(retumban, aún, en tu cabeza,
las cadencias de mi cuerpo sobre el tuyo)
y mis almohadas.
Un par de canciones,
un disco, y un espejo,
todo eso es para vos.
Guardalo.

No pensés demasiado,
que yo ya he dejado de pensar bastante.
Te consta,
pero no, no, fantasma,
no por infortunio.
He dejado de perseguir cosas efímeras.
No quiero decir con esto
que no te quiero.
Simplemente,
que he comprendido tus porqués
y he creado los míos,
tan vagos,
tan rotos como mi poesía.

Pero aún hay trozos que no están rotos...
y los voy a seguir usando.

1 comentario:

Prado dijo...

perseguir cosas efímeras es un pasatiempo honroso. Y quijotesco. nunca debe uno dejar de hacerlo, poeta.