Él es guapo, y es alto.
Y tiene pestañas y ojos hermosos.
Sus manos son grandes, y es blanco.
Tiene un apellido rimbombante
y nunca ha trabajado.
Como vos, fuma marihuana
todos los días.
Se llama Javier.
Está, levemente, más acabado que yo.
Tiene un carro bonito, y es un hippie wannabe,
de esos con ropa de marca y,
seguramente, es una fiera en la cama.
Te debe pedir diez rondas sin quejarse.
E, incluso, debe pedirte más
y gemir como un idiota.
Insisto en que es alto, tiene manos grandes,
y piernas gruesas. Es hermoso.
Está tan acostumbrado a vos,
que ninguno, ni vos, ni él, tienen ya
nada que perder.
Allí están bien.
Allí están cómodos.
Y se sienten seguros.
Torturando sus mentes.
Preguntando con cuánta gente
se acostaron mientras no estaban juntos.
Cómo lo hicieron.
Dónde lo hicieron.
Cuántas veces.
Con quién.
Y él pregunta mi nombre.
Yo, para mientras, escucho a esta estúpida hablando del lago de Izabal.
1 comentario:
Un recuerdo es tan poderoso que todo lo que está fuera de eso mismo no tiene valor alguno. Me pasó también ésta semana. Me gustó: " y él pregunta mi nombre" . Una respuesta que quizá deberíamos escuchar. Qué diría aquella persona de nosotros?
Saludos. Luis Pedro.
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