Estoy haciendo todo lo que me pediste con silencios y evasiones. Pareciera que ahora huís de mí, y no sólo del niño que se dejaba lanzar a tus brazos buscando, ni seguridad ni refugio: comprensión. Entre nosotros hay ahora un punto y aparte obligatorio, con la punta de tu lápiz, que rompe la hoja y le abre un agujero doloroso. Espero con ansias el día en que volvamos a escribir poesía con los ojos de un extremo al otro de la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario