8 may 2010

solitude

Nadie gobierna estas tierras.
Nadie controla este frío en el pecho,
esta rigidez en el estómago,
este temblor en los brazos.
Nadie gobierna estas tierras
rozadas,
quemadas vivas,
ultrajadas.
Esta metamorfosis involuntaria.
La piel erizada,
la sangre corriendo por los dedos,
las pupilas sin luz.
El latido en las piernas,
el reflejo del diafragma.
Aquí nadie entierra más tesoros.
Nadie gobierna estas tierras.
La saliva espesa.
Estas tierras desoladas.

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