Al llegar, aseguré a todos que iba a morir, que estaba viendo cosas que no estaban y que sentía el fin de todo lo que existía a mi alrededor. Mi tía, muy preocupada, llamó a Alerta Médica y un doctor fue a visitarme. Estaba teniendo mi primer ataque de pánico oficial. Un ataque desagradable que en anteriores oportunidades se me había presentado en menor intensidad. Quizá 4 veces al año, desde que tengo 14 años, desperté en la noche con esa sensación de miedo y muerte inminente.
Durante mi adolescencia aseguro haber sufrido al menos dos depresiones, y varios períodos muy activos en los que, incluso, llegué a hacer cosas muy imprudentes e incluso peligrosas. En mis depresiones me causé autolesiones y llegué a vomitar para bajar de peso. Mi mamá trabaja mucho desde siempre. Estoy orgulloso de ella. Sin embargo, yo creo que nunca notó estos comportamientos en mí. Tampoco mi papá, pero sí mi hermana y mi abuela, con quienes siempre hablé a pequeños rasgos de cómo me sentía.
Luego de mi primer ataque de pánico oficial, comencé a sentir que mi energía decaía, y que mis actitudes lastimaban a las personas que estaban cerca mío. A veces actuaba demasiado impulsivo, a veces despreocupado, a veces no actuaba. Algunos días dormía 12 horas, otros 4.
Para mí era un comportamiento normal hasta que en mi primer viaje a Atitlán, en mayo de 2011, y después de haber pasado una noche de imprudencias, comencé a sentir que todos mis amigos querían matarme y que yo debía matarlos antes de que ellos lo hicieran. Tuve apoyo de mi amigo Challen, de Jorge Luis y de Ileana, pero nadie daba explicación sobre mi "mal trip". Yo tenía miedo, ansiedad, pánico y psicosis. Alucinaba auditivamente y sensorialmente, y me perseguían pensamientos que hoy considero, inclusive, peligrosos.
Regresé después de esas vacaciones y le pedí a mi mamá que me llevara al hospital. Yo estaba enloqueciendo y perdiendo el control completamente. Para mi querida madre y mi querida hermana fue muy difícil dejarme en un hospital psiquiátrico en el que estuve más de una semana con tratamiento antipsicótico. Salí del hospital sin haberme recuperado por completo y con pensamientos muy peligrosos, pero el medicamento que me recetó el doctor y director del hospital, lograba mantenerme más o menos estable.
Después de muchas citas y muchos medicamentos, entre ellos el carbonato de litio, el aripiprazol, el alprazolam, el clonazepam, la carbamazepina, la quetiapina y el ácido valproico, probamos suerte con la risperidona y el alprazolam de liberación prolongada. Me funcionó bien.
En esos momentos yo era una persona muy funcional, trabajaba como director de una de las radios más importantes del país y desempeñaba mi trabajo sin ningún problema. Sin embargo, en febrero de este año, cuando iba a cita con mi psiquiatra, tuve muchas alucinaciones y despersonalización en el carro (la despersonalización se caracteriza por ver tu vida como una película, detrás de una patina amarillo-verdosa, y te ves tú mismo desde otro punto que no es el campo visual normal). Me internaron nuevamente en el hospital y fue muy duro para mi mamá, quien incluso llegó a pelearse con mi psiquiatra y doctor porque no veía mejoría en mí. Estuve internado 4 días.
Mi mamá decidió cambiarme de psiquiatra, pues no veía avance con la psicoterapia y quería probar suerte con la logoterapia y terapia cognitiva-conductual. El nuevo psiquiatra me recetó, además de mi dosis de risperidona y alprazolam, lamotrigina. Esto con el fin de evitar mis depresiones (que después de varios meses habían regresado y habían causado que el comportamiento de la autolesión regresara). Mejoré, pero como había engordado 30 libras desde que comencé a tomar medicamentos, le solicité al nuevo médico alguno que no retuviera líquidos o aumentara el apetito. Probamos con la paliperidona: me fue muy mal. Probamos con el ariprazol: me fue fatal. Tuve que retomar mi dosis normal.
Retomé mis citas con mi psiquiatra habitual, pues le tengo confianza y mucho cariño. Fue allí donde le pregunté, "Juan Francisco, ¿qué tengo?", y me respondió: "Tú tienes un trastorno bipolar". Me dio tristeza y preocupación, por lo que cité con el otro psiquiatra y le pregunté lo mismo. Me respondió: "Vos tenés trastorno bipolar tipo II, y trastorno límite de la personalidad. Eso responden tus exámenes y tu seguimiento médico".
Mi comportamiento ha sido errático desde que tengo memoria. A veces soy músico y compongo, a veces soy escritor y escribo, a veces soy pianista e interpeto, a veces soy actor, a veces locutor, a veces editor, a veces triunfador y a veces sufro porque no quiero nada. Pero tengo que estar todos los días bien y es esta fuerza de voluntad y mi fe la que me mantienen parado.
A todo esto, mi círculo se ha preocupado mucho por mí. Mi mamá, mi hermana, mis tíos y demás familia ha sufrido por esto, e incluso estoy seguro que no han llegado a comprenderme y a manejar esta difícil situación. Afortunadamente, soy socialmente funcional, tengo buenas relaciones interpersonales y los medicamentos me ayudan a estabilizarme. Tomo 150 mg de lamotrigina por la mañana, 1.5 mg de risperidona y 1 mg de alprazolam por la noche. Esto me implica un gasto de entre Q. 450 y Q. 700 mensuales. Además de las consultas con mis psiquiatras, que, como sabrán, no son de lo más económicas.
Con esto no pido que me trate nadie diferente. Soy una persona normal. Simplemente quería compartir mi testimonio, el cual contaré más detalladamente en un libro que publicaré en algunos años, cuando me sienta listo para desnudar todo lo que no he dicho.
Soy bipolar. Tengo trastorno bipolar tipo II. No cambio de ánimos ni soy inestable por malhumorado, o caprichoso. No proyecto con mi humor mis problemas personales. Tengo depresión y tengo hipomanía por algún desequilibro en los canales de sodio de mi cerebro del cual yo no soy culpable. Sufro. Sufren mis seres queridos. Y me indigna que esté de moda esa palabra para un padecimiento tan serio. Tómense de forma personal mis disgustos, mis unfollows, mis quejas y mis reclamos, porque para mí no es una broma vivir con esto. ¡Y eso que me diagnosticaron a tiempo, pues sé de casos muchísimo más serios! Me solidarizo con todo aquel que tenga esta condición diferente y sus familias, y pido de forma personal que no se utilice este término para burlas, descalificaciones o simples gansadas.
Luis Pedro Villagrán Ruiz
6 comentarios:
Intenta terminar las últimas páginas de tu libro en la tumba de tu bisabuelo, o de tu abuelo. Cruza siete calles tomado de la mano de tu padre, no lo veas nunca a la cara durante tu trayecto, cuando termines dile: Gracias por haberme acompañado y velo a la cara entonces, deja la razón por un lado y siente tu corazón. Durante el camino escucharas voces, presta atención a la octava voz. Apunta en cuanto puedas lo que te dijo, no reflexiones sobre ello. Vete a vivir a una finca, no tomes leche y observa el paisaje. Despiértate antes que cante un gallo y sigilosamente obsérvalos cantar.
Cuando llegue el día número 24 será tu último día en el lugar, escribe en una hoja de papel acepto mi condición, mi padecer tiene cura. Siembra con el papel un árbol, el que prefieras. Cuídalo y velo crecer. Cuando hagas todo esto, escribe en este lugar lo que dijo la voz, lo tienes que hacer el 12 de diciembre.
Oiga me encontré esta entrada por pura shutencia al azar... La leí completa y me ha cambiado la perspectiva de muchas maneras. Siempre pensé que la bipolaridad era como la ponen en la tele y un desorden controlado por la medicina moderna. Me hizo recordas a amigas de la adolescencia que juraban ser bipolares por llamar la atención sin realmente entender la gravedad de la enfermedad. De veras que cambió mi perspectiva y le deseo lo mejor en su vida$
Pd: que fuera de lugar el comment anterior.
Ánimo, sinceramente no te conozco mas que de escucharte en la radio y yo soy (o mas bien era) de aquellos que usaban la palabra bipolar para referirse a un pequeño "drama" que armaba cuando cambiaba de humor. Por esto y muchas mas cosas eres un ejemplo a seguir. He escuchado de ti y solo son cosas buenas, esto solo te hace mas fuerte y un mejor ejemplo a seguir. Gracias por teber el valor de compartir esto.
Requiere mucho valor hablar o escribir sobre algo tan personal, especialmente cuando eres lo que se podría considerar una figura más o menos pública -al menos en algunos ámbitos, como la radio- y sabes que lo leerá bastante gente. Por eso, aplausos; aunque no es eso lo que buscas. No, tú buscas hacer que la gente entienda y lamentablemente a veces es necesario desnudar el alma para que eso suceda; de nuevo por eso, aplausos. Aplausos por atreverte a contarle al mundo algo tan íntimo y cambiar la perspectiva de al menos algunos. Aunque sea una persona que cambie su mentalidad, ya hace una gran diferencia. Así que ¡ánimo! No será consuelo, pero con sólo tu testimonio, ya hace que tu sufrimiento aporte algo bueno.
Te felicito vos Luis Pedro por tener el valor de escribir algo tan personal y con la intensión no que lo sepan, sino de provocar un cambio de conducta en las personas. Vos sos una persona de cambios y esto no te va a detener a ser más grande de lo que sos ya. Un fuerte saludo y que estes bien.
Me quede con la boca abierta, nadie hubiera pensado que estuvieras pasando por ello, y lo admito, yo tambien era una de esas personas que entendia el termino Bipolar de otra manera, me hiciste cambiar de opinion, es de agradecer el valor que tienes para venir y hacer publico cosas tan intimas, por tal de ayudar a ver esta enfermedad como lo que en verdad es, y no como la gente la pinta... ademas que me agrada mucho tu actitud positiva ante lo que se te presenta ahora, deseo que te mejores y sigas adelante, saludos!!
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